

¿Quién no conoce a santa Isabel de Hungría? ¿Quién no sabe, al menos, que dedicó su vida a los más pobres y necesitados?
Pues hay mucho más, y es esto lo que precisamente nos cuenta la hispanista y especialista en biografías Dominique Sabourdin-Perrin en este Isabel de Hungría. Princesa de la caridad.
Gran figura espiritual del siglo XIII, santa Isabel de Hungría (1207-1231) fue hija de Andrés II de Hungría y esposa de Luis IV de Turingia. Madre de tres hijos, esta princesa, cuya corta vida mezcló leyenda y verdad, nunca dejó de cuidar por amor los más débiles, los niños, los pobres y los enfermos.
La vida de Isabel cambió radicalmente cuando su esposo Luis murió a causa de la peste el 11 de septiembre de 1227, en Otranto, Italia, cuando se dirigía a unirse a la Sexta Cruzada. Siendo todavía muy joven, despojada de todo vínculo afectivo y material, Isabel se comprometió con la caridad siguiendo a san Francisco, lo que le llevó a convertirse en patrona de la orden terciaria franciscana. Su fama, que ha perdurado durante ochocientos años, la ha llevado a ser llamada “la princesa de los pobres”.
El día de Pentecostés del año 1235, durante la ceremonia de canonización, se la calificó como “la mujer más grande de la Edad Media alemana”. La devoción a Santa Isabel se extendió muy rápidamente justo después de su canonización, adoptándose primero en territorios germánicos, húngaros, polacos y checos. El nombre de Isabel cobró enorme popularidad en España tras el matrimonio de Violante de Hungría y Jaime I de Aragón. Una muestra de la intensa devoción que cuajó en territorio hispánico es el patronazgo de Santa Isabel de Hungría sobre la ciudad de Bogotá.