

Para aquellos que recuerdan el período soviético Lituania, con su colina de las cruces, es un símbolo de la resistencia católica a la violencia totalitaria de un gobierno que por tres veces retiró las decenas de miles de cruces, que siguiendo una tradición popular habían sido depositadas en la pequeña colina cerca de la ciudad de Siauliai y que se había multiplicado durante la ocupación soviética. Hoy en día esa colina está repleta con 400.000 cruces, testimonio de la profunda identidad cristiana del país.
En esta nación báltica fue visitada por el Papa Francisco los días 22 y 23 de septiembre, como parte de un viaje apostólico que también incluyó a Letonia y Estonia.
Lituania también es protagonista de otros sucesos importantes, como ser el lugar en el que se encuentra la primera imagen del icono de la Divina Misericordia encargado por Santa Faustina Kowalska (1905-1938), que ha extendido por el mundo esta extraordinaria devoción con la que Dios ha querido poner un límite al mal, como explicaba San Juan Pablo II en su libro Memoria e identidad.
Un libro precioso, que recoge testimonios de cristianos bálticos que abrazaron su fe en medio de las dificultades y trabas que el comunismo soviético les imponía es El baile tras la tormenta, de José Miguel Cejas, quien viajó durante tres años por Estonia, Letonia, Lituania, el Sur de Noruega y Finlandia para documentarse. Algunos de sus personajes sufrieron cárcel, destierro o tortura. Otros padecieron el ostracismo social y las deportaciones a Siberia. Todos han tenido que enfrentarse a lo políticamente correcto. Son músicos, pintores, directores de cine, actores de teatro, reporteros de guerra, médicos. Les une su rebeldía y su fidelidad a las propias convicciones. Son… disidentes. Sus vidas muestran la fe de una Europa desconocida, llena de vigor y creatividad, que contrasta con la decadencia y el cansancio vital de tantos otros lugares de Occidente.