Desde la columna de opinión de religión en libertad, Adolfo Alústiza nos recomienda un buen libro para esta cuaresma; El Buen Ladrón. Misterio de misericordia, del sacerdote canadiense André Daigneault, editado por Voz de Papel en 2014:
Dimas era un bandido -seguramente colega de Barrabás– asesino y ladrón condenado justamente, como él mismo reconoce. “Y en tiempo de descuento, sin haber metido un gol, ni un pase en condiciones, el juez supremo le mete en la Champions League del Paraíso”.
Pero podemos reconocer en San Dimas, el buen ladrón, una doble jugada casi al mismo tiempo. Por un lado reconoce humildemente su pecado y por otro, en un acto de fe, afirma que el que está crucificado junto a Él es el Hijo de Dios. En las palabras de Cristo a Dimas “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 39-43), vemos la gran misericordia del Corazón de Cristo. Todos queremos oír esas palabras de Cristo en nuestro momento final y Dimas nos enseña la actitud con la que debemos ir; no la del que cree que son sus méritos los que le salvan sino la de sentirse pecador, pero amado y salvado por Cristo.
Como afirma Alústiza “Quizá sea momento de pedir intercesión y patronazgo a este audaz santo súbito”, patrono de las agencias del “last minute”, de los ladrones y condenados a muerte, pero también patrono nuestro, porque todos podemos sentirnos en situación de justa condena en algún momento de nuestras vidas”.
Dimas se convirtió así en el testigo irrefutable de la inocencia de Cristo y recibe de Él la más grande promesa, la promesa de la salvación. “En los primeros siglos del cristianismo el bueno de Dimas tuvo mucho predicamento y mucho fan”. Quizá porque mucha gente se sentía identificada con la falta de méritos para “ganarse el cielo” y entendieron que esa era la misericordia y gratuidad con mayúsculas. Lo curioso es que en la Iglesia de Occidente fue cayendo en un cierto olvido del pueblo fiel, quizá porque se optó por proponer otros santos como modelo.”
En estos tiempo de autosuficiencia y orgullo es importante no olvidar esta historia de gratuidad y misericordia. Para A. Alústiza ha resultado ser un auténtico compendio y suma del asunto, algo así como un “todo lo que siempre quisiste saber sobre el Buen Ladrón y no te atreviste a preguntar”. Una buena lectura para esta cuaresma.