

Se trata de un proyecto de educación afectiva y sexual en la infancia nacido bajo la dirección de la Fundación Desarrollo y Persona.
En la presentación participaron, además del arzobispo de Barcelona, la directora académica del Instituto de Desarrollo y Persona, Nieves González y la Franciscana M. Ángeles Maeso, con una larga experiencia trabajando en la docencia.
Aprendamos a amar
Tal y como explica el gabinete de prensa del arzobispado de Barcelona, la colección de cuadernos Aprendamos a Amar se trata de un método pedagógico con diferentes unidades didácticas sobre la afectividad y la infancia.
En total, se presentan treinta siete actividades para facilitar a padres, profesores, catequistas y educadores, el planteamiento de la sexualidad. En este sentido, la “estrategia” se centra encarar el tema desde la belleza de la persona. Por un lado, se muestra el mensaje evangélico y, por otro lado, la vertiente antropológica. Como dijo la autora, “se propone una perspectiva nueva y verdadera”. “Una respuesta a los deseos más profundos del corazón humano”.
Escuela, parroquia y familia
Se planteó también qué papel debe jugar la escuela y la Iglesia en la formación de los niños y adolescentes. Como respuesta, el cardenal Juan José Omella aseguró que “la educación se hace en casa con la familia, ya que los padres tienen la principal responsabilidad”. Ahora bien, el arzobispo también expuso que a veces, por circunstancias laborales, por ejemplo, la educación de los padres puede sufrir algunas complicaciones. En estos casos, las iniciativas de la Iglesia y la escuela para enseñar valores pueden ayudar y ser un añadido a la educación que dan los padres.
Espejos para los padres y alumnos
Desde el punto de vista de la docencia, la Hna. Maeso destacó la importancia de ejercer como espejos tanto para los padres como para los niños y niños. “Tratar de actuar siempre con coherencia”. En este sentido, subrayó la reflexión previa a las decisiones. “Cuando los alumnos nos preguntan sobre identidad nosotros necesitamos profundizar en los valores antropológicos desde una esfera cristiana y entonces darles lo que consideramos la mejor respuesta”.
“Es un gran reto y, a veces, no tenemos respuesta – aseguraba la franciscana-, pero no podemos desfallecer”. Por ello, “tenemos que ir buscando métodos para conseguir personas que puedan enseñar y acompañar y, desde la reflexión, combinar las palabras eclesiales con las profesionales”, añadió.
Persistir a pesar de los obstáculos actuales
También, en relación a la esperanza ante los tiempos que corren, Omella aseguró que uno nunca debe darse por vencido. Aunque “la batalla ideológica es terrible -exponía el arzobispo- no podemos perder la esperanza”, exponía.
Ante las situaciones complicadas, en primer lugar, aconsejó tomar conciencia y, en segundo, informar de la realidad e informarse uno mismo. Finalmente, animó a resistir tanto como se pueda sobre las mismas convicciones y, mientras tanto, “ir sembrando los valores y la antropología cristiana, tal como pide nuestra aportación“, dijo.