

La historia de Balduino IV, rey de Jerusalén, parece sacada de la imaginación de unos guionistas de películas de aventuras: reinos cruzados, un rey niño y leproso, complots para forzarle a abdicar, Saladino hostigando el pequeño reino cristiano mientras el rey va muriendo lentamente a causa de su incurable enfermedad… pero despliega una energía inesperada para galvanizar a los suyos y salvar su reino. ¿Apasionante, verdad? Pero es que además no es ficción, sino la historia real de este monarca que falleció con apenas 24 años.
Pues a partir de esta historia ha construido Jesús Alberto Reyes la novela El rey de Jerusalén, una narración que respeta los datos históricos y consiguen ofrecernos un retrato fiel y atractivo del joven rey leproso.
La novela se lee con agrado y gustará especialmente a un público joven que fácilmente puede identificarse con Balduino y los retos a los que debe enfrentarse, o con aquellos que le rodean y estiman, su hermana, sus consejeros y, sobre todo, sus soldados.
Reyes recoge la admiración que su enemigo Saladino tuvo hacia Balduino, precisamente tras los reveses que éste le causó. Otro tanto ocurrió con el imán de Isapahán, quien llego a escribir que «ese joven leproso hizo respetar su autoridad al modo de los grandes príncipes como David o Salomón». Su dolorosa figura, que muchos no dudan en calificar como la más noble de las Cruzadas, su entrega heroica a su misión, su intensa religiosidad y conciencia de que es Dios quien da y quita la victoria, hacen de Balduino una figura especialmente atractiva. Resulta pues sorprendente que su figura no sea más conocida (cualquier joven saldría muy beneficiado si lo tomara como ejemplo para su vida). Ojalá este libro sirva para corregir esta situación.