

¿Ética? ¿En nuestros días?… Pues sí, y ahora más que nunca. Es lo que propone José Ramón Ayllón en su último libro, Ética actualizada, y lo que explica en esta Contra de La Vanguardia:
“Hoy la ética suena a rancio.
Así nos va. Pero es tan necesaria como el respirar.
¿A qué llamamos ética?
Al esfuerzo por obrar bien. La ética es jugar limpio.
(…)
Entonces, ¿la ética es una brújula?
Sí, para elegir bien y no acabar mal; para respetarse a sí mismo y a los demás y diseñar un mundo habitable. Hacemos honor a nuestra condición de sujetos sujetando nuestros actos. Vivir es convivir.
El bien no es lo mismo para todos.
Por eso debemos preguntarnos qué hace que las acciones y la vida sean buenas. El superhombre que Nietzsche tomó de los griegos es el individualismo radical que ahora triunfa y que no tiene nada que ver con la ética.
(…)
Si la sociedad carece de ética, ¿qué podemos hacer a título individual?
Tenemos todo por hacer. El lema de Julián Marías es “por mí, que no quede”, o con palabras de un simpático amigo mío: “Yo quiero que mi epitafio sea: ‘Hizo lo que pudo’”.
Me parece bien, pero no suficiente.
Si todo el mundo hiciera lo que honradamente entiende por bien y evitara lo que entiende por mal, no reconoceríamos el mundo en 24 horas. ¿Y sabe por qué?
¿Por qué?
Porque todo el mundo coincide cuando le dices: no le hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Ahí estamos todos pillados. Esa es la regla de oro.
Los antiguos la llamaban regla áurea.
Sí, y está en todas las tradiciones sapienciales de la humanidad. Lo dicen Jesucristo, Confucio, Sócrates, Buda…
¿Cómo llevar las riendas de la propia conducta?
El mito del carro alado de Platón es la alegoría del alma humana, donde la nobleza y el esfuerzo están simbolizadas en el caballo blanco. El corcel negro representa la pasión irracional, y el auriga es la razón que controla y acompasa las dos fuerzas antagónicas.
Pues no es fácil.
Teniendo en cuenta que el caballo negro tiende a desbocarse, hay que vigilarle estrechamente, y esa virtud es la templanza, el dominio de sí. Y luego está esa cualidad de la conducta que lo abarca todo.
Cuénteme.
La prudencia, que es el arte de acertar en cada caso concreto, dar en la diana. Dificilísimo, porque la diana, igual que tú, se está moviendo constantemente, pero si quiere le digo cómo se adquiere la prudencia.
Por favor.
Con conocimiento de la realidad, eso es experiencia, y reflexión. Y hay un atajo para ello: el buen consejo. Déjese aconsejar por gente con experiencia. Escuche a quien sabe más que usted. Un buen consejo no tiene precio”.