Ángel Ruiz, profesor de Latín y Griego en la Universidad de Santiago, nos explica en su blog por qué está entusiasmado con la biografía de San John Henry Newman escrita por Víctor García Ruiz:
Me pilló por sorpresa encontrarme una reseña por la que me enteré de que había salido un libro que yo ni me había atrevido a desear, una biografía de san John Henry Newman escrita por su mayor experto (al menos en español), Víctor García Ruiz, el excelente traductor de buena parte de sus obras.
Lo llama Ensayo biográfico porque quiere subrayar que va a dar ahí su visión más personal, pero de hecho es una biografía de madurez, la decantación de muchos años de lectura y traducción de obras de Newman y de estudios en torno a su figura. Me lo he leído como leía antes las novelas, como con prisa, sin querer que se terminara pero sin poder dejarlo. Son más de 400 páginas, pero yo hubiera preferido que hubiesen sido más de 800.
El retrato de Newman que traza (por cierto que habla mucho de los que le pintaron) es impresionante, incluso para mí que ya creía conocerlo bastante. La verdad es que yo había leído varias biografías: de la de Morales tengo un buen recuerdo, pero lejanísimo, de la antología de textos personales que hizo el propio García Ruiz, Suyo con afecto, disfruté una barbaridad y tengo un recuerdo no tan bueno de la de Ian Ker.
Es la vida de Newman, escrita con libertad, sin tener que ir por carriles monótonos demasiado cronológicos y demasiado oficialistas. Como recoge al final todas las que se han escrito en español, que son bastantes, esta es otra cosa. Yo creo que sobre todo se esfuerza en dar contexto: a mí me ha iluminado mucho sobre historia de la Universidad de Oxford en el siglo XIX, sobre el catolicismo inglés (y también el irlandés), sobre los efectos del clericalismo en el catolicismo, sobre las dificultades de gobierno de la iglesia inglesa desde Roma, con continuos malentendidos. Es un acierto que lo edite una editorial católica, para que nadie se llame a engaño, aunque yo el libro lo recomendaría a todo el mundo, porque creo que es una de las mejores obras de historia del siglo XIX que podría haber podido leer: es un retrato de los grandes ejes históricos, centrado en la lucha contra el liberalismo en religión, que es lo que marca la vida de Newman. Y Newman es una figura avanzada, innovadora, contraria a tradicionalismos varios, del irlandés al ultramontanismo clerical que dominaba y dejó una huella profunda en el catolicismo inglés. Él abre caminos, aunque en realidad sabe que lo que hace es seguir -con su conciencia iluminada por Dios- ese camino hacia Él: yo y mi Creador, esa es la seguridad básica que mueve a Newman, como se explica muy bien aquí.
Da coraje ver las dificultades con que tuvo que enfrentarse y los fracasos que hubo de sobrellevar, zarandeado entre bandos clericales, en una pelea que marcó el catolicismo inglés, dominado por una jerarquía muy dirigista y muy dirigida, muy clerical y muy antiintelectual, al menos respecto a los laicos. Eso ha marcado claramente la historia de la humanidad desde entonces (no estoy exagerando): pero mucho de lo mejor del catolicismo de ese ámbito, con grandes repercusiones en el conjunto, se debe a Newman, una persona de cualidades excepcionales y virtudes asombrosas. En el libro se destaca sobre todo su humildad, su amor a la verdad, su laboriosidad, su fortaleza.
Alguna crítica: al autor se le escapan algunos latinismos que podríamos dudar de que estén aclimatados aquí, como perfunctorio o hiato; a cambio tiene algún neologismo logrado: impeorable. Hay algunas erratas disculpables, pero tres que me fastidiaron, una latina (urbi et orbe, en vez de orbi) y dos griegas (τιμωροσ φονου en lugar de τιμωρὸς φόνου y οι περισσοι sin acentos: en la era postgutenberg en la que nos hallamos y teniendo amigos como los que menciona en el prólogo, poco le costaba poner οἱ περισσοί). Pero esto son ganas de ponerme borde, porque tengo miedo de dar la impresión de que estoy haciendo aquí una entusiasta reseña de esas oficiosas que abundan por España, cuando no es así: el libro es grandioso y me fastidia que aparezcan erratas tan tontas. Aunque fastidiarme, me fastidia más que nadie se haya enterado y yo casi de rebote medio año después de que saliera: compraos el libro, recomendadlo, leedlo, que si es por el autor no se va a enterar nadie. No sé si espera que la difusión se produzca por un milagro; Newman hubiera hecho lo contrario, con el talento publicístico que tenía.