

Vea lo que un gran santo, san Juan Pablo II, dice sobre este libro y cómo influyó en su vida:
“San Luis María Grignion de Montfort constituye para mí una significativa figura de referencia, que me ha iluminado en momentos importantes de la vida. Cuando trabajaba en la fábrica Solvay de Cracovia siendo seminarista clandestino, mi director espiritual me aconsejó meditar en el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. Leí y releí muchas veces y con gran provecho espiritual este valioso librito de ascética, cuya portada azul se había manchado con sosa cáustica.
Al poner a la Madre de Cristo en relación con el misterio trinitario, Montfort me ayudó a comprender que la Virgen pertenece al plan de la salvación por voluntad del Padre, como Madre del Verbo encarnado, que concibió por obra del Espíritu Santo. Toda intervención de María en la obra de regeneración de los fieles no está en competición con Cristo, sino que deriva de Él y está a su servicio. La acción que María realiza en el plan de la salvación es siempre cristocéntrica, es decir, hace directamente referencia a una mediación que se lleva a cabo en Cristo. Comprendí entonces que no podía excluir a la Madre del Señor de mi vida sin dejar de cumplir la voluntad de Dios trino, que quiso «comenzar a realizar» los grandes misterios de la historia de la salvación con la colaboración responsable y fiel de la humilde Esclava de Nazaret”. Juan Pablo II,Mensaje al VIII Coloquio Internacional de Mariología (13 de octubre de 2000)
Este libro ha marcado la devoción mariana en la Iglesia durante los últimos dos siglos y de un modo especialísimo durante el pontificado del beato Juan Pablo II. A pesar de la fecha en que fue escrito, el libro no se difundió hasta mediados del siglo XIX, providencialmente permaneció oculto, perdido entre otros papeles y fue encontrado en estos «tiempos marianos», tiempos que el mismo santo había profetizado como aquellos que habían de preceder al reinado de su Hijo Jesucristo sobre toda la humanidad. Se hizo su primera publicación a principios de
1843. Al año siguiente apareció una nueva edición. En 1890 se contaban al menos dieciséis ediciones francesas, cuatro inglesas, cuatro italianas, tres polacas, dos canadienses, dos holandesas, una española y otra americana.
Esta idea fuerza anunciada como tesis al comienzo de la introducción de su manuscrito, la afirma y reitera con mayor fuerza, si cabe, al término de su prólogo: «Con particular alegría acabo
de escribir aquí lo que me ha dictado el corazón… Si, pues, es cierto, que el conocimiento y el reinado de Jesucristo en el mundo deben llegar, no lo es menos que sólo se realizará esto como consecuencia del conocimiento y del reinado de la Santísima Virgen, que es la que lo trajo la primera vez al mundo y quien lo hará triunfar en la segunda.» (TVD 13).