Aquellos para quienes la beata Juliana de Norwich es poco más que un nombre en un calendario litúrgico, con algo de suerte han oído aquel “Todo acabará bien”, las palabras que Jesús le dirige en una de sus revelaciones. En su biografía, Juliana de Norwich, en varias ocasiones la autora las traduce también como “Todo irá bien” o “Todo será para bien”, lo que amplía y aclara su sentido.
La hermana Emmanuelle Billoteau pondera acertadamente otras de las palabras que Jesús le dirige a la mística en el preámbulo del primer capítulo: «Él no le dice: “No conocerás tempestades y pruebas”, sino que le dice: “No serás vencida”», un matiz muy importante para comprender el mensaje de esta beata del siglo XIV. Una mística que aporta un toque particular, femenino y lleno de esperanza en comparación con sus contemporáneos, los también místicos ingleses, Hilton, Rolle o el autor de la Nube de lo desconocido. Sus escritos son sorprendentemente legibles para tratarse de los escritos de una mística que, como todos los de su género, intenta poner en palabras lo indecible.
Y es que los escritos de Juliana de Norwich desbordan de alegría espiritual, y eso en medio mismo de las “tormentas”, en la contemplación de la Pasión de Cristo por la salvación del mundo.
La autora del libro subraya algunos de los aspectos más actuales de Juliana de Norwich: la maternidad y la humildad en Dios, la solidaridad cósmica y una audacia acerca de la salvación cercana a la apocatástasis de Orígenes, pero sin caer en ella.
El libro de Emmanuelle Billoteau repasa la vida y el mensaje de esta mujer, que optó por la reclusión voluntaria, preconizó la teología de la alegría y de la alabanza, y profundizó sobre la misericordia divina. En su experiencia y en las Revelaciones del Amor divino, obra fundada en la certeza de que Dios siempre es más grande que nuestras expectativas, encontramos un verdadero mensaje de esperanza para los hombres y mujeres del mundo actual.