

Una frase dicha por un sacerdote jesuita en la universidad cuando Scott Hann empezó a estudiar teología en pleno proceso de conversión, se le quedaría grabada para siempre en su memoria; “Si durante una generación los católicos se limitaran a vivir el sacramento del matrimonio, seríamos testigos de la transformación de la sociedad y tendríamos una cultura cristiana”.
¿Hay una receta más simple y que implique un reto mayor que éste?
El autor es consciente que la sociedad en la que vivimos en la más secularizada de la historia de Occidente. Además es una sociedad marcada por la inquietud y la inseguridad que se debe a la quiebra de la familia. El hombre actual vive desconectado de dependencias de cualquier tipo; familiares, sociales… Sin embargo, Dios nos ha hecho interdependientes, y esta interdependencia está plenamente expresada en el matrimonio y en los lazos familiares permanentes. Necesitamos recuperar una visión sacramental del matrimonio como una alianza el la que participa toda la Trinidad.
El matrimonio cristiano, es ante todo, una institución natural. Pero el matrimonio, también es un sacramento. Cuando Dios instituyó el sacramento del matrimonio no le añadió un plus más al matrimonio natural sino que lo restauró y perfeccionó en toda su exigencia y esplendor. Sin la gracia que brota de este sacramento es difícil, y más en una sociedad tan secularizada como la nuestra, salir adelante en la vida matrimonial.
Jesús nació en una familia, la Sagrada Familia, primera familia y primera iglesia, es por tanto modelo de comunidad familiar y modelo de comunidad eclesial.
La Sagrada familia es una sociedad perfecta en miniatura. Todas la cualidades de la Iglesia estaban presentes en la humildad del hogar de Nazaret. Tanto en la Sagrada familia como en la Iglesia Jesucristo es el centro. Este es el gran tesoro que nos ofrece el sacramento del matrimonio. Hacer realidad la sociedad sacramental no se trata tanto de construir como de aceptar lo que Cristo nos ofrece de lo alto. A través de la gracia podemos participar de la vida de Cristo.
El matrimonio cristiano, fundado sobre la gracia del sacramento, tiene el poder de transformar toda una cultura, sentando al mismo tiempo las bases de una auténtica solidaridad. Una sociedad que se hace realidad en las familias cristianas que, con su ejemplo heroico, dan testimonio del esplendor de la verdad del matrimonio.
No se trata -le decía Scott Hahn a su mujer ante las preocupaciones de cómo ésa la sociedad en la que vivimos- de qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos sino de que hijos vamos a dejar a nuestro mundo. Una tarea que excede a nuestras capacidades pero que es posible si nos abrimos a la gracia de Cristo a través del sacramento.
Una lectura imprescindible para cualquiera que quiera entender la importancia del matrimonio en el mundo de hoy en día.