

Enrique García-Máiquez nos da buenas razones para leer el último libro de Francisco José Contreras, La fragilidad de la libertad: quizás hemos llegado a ese momento que anunciaba Chesterton, cuando anunciaba que “llegará el día en que se blandirán espadas para demostrar que las hojas son verdes en verano”. Contreras blande aquí 50 páginas de precisos argumentos para demostrar que el aborto está muy mal. Como concluye García-Máiquez, “Formarnos o deformarnos, ya no hay término medio”. En Libreria Balmes apostamos por lo primero.
”Ya hablé aquí de la presentación del último libro de Francisco José Contreras, titulado La fragilidad de la libertad. Como lo presentaba yo, agradecí el honor de participar en el acto, pero también el favor del empujón. Si no hubiese sido por el dulce y decoroso deber de leerlo antes de presentarlo, quizá no habría arañado tiempo para el libro.
Entiéndaseme: en cuanto salió me hice con un ejemplar. Admiro mucho al autor, catedrático de Filosofía del Derecho y un adalid infatigable del liberalismo-conservador. Pero el libro cayó en el laberinto eterno de mis libros urgentes, por un lado, y, por otro, yo caí en lo que podemos llamar ‘ley Cézanne’.
El pintor Paul Cézanne, cuando era preguntado acerca de sus creencias religiosas, respondía: “Yo creo lo que me diga mi hermana, que cree lo que le diga el párroco del pueblo, que cree lo que le diga el Papa de Roma”. Con eso resuelto, Cézanne podía dedicarse a pintar. La tentación del lector potencial de libros de pensamiento conservador es justo ésa. Si me preguntasen qué pienso de política, diría que lo que piense Contreras, que piensa lo de los clásicos liberal-conservadores, que pensaban conforme a los criterios de la realidad y que, por tanto, aspiraban a lo bueno y verdadero.
Este mecanismo está interiorizado en la derecha. Por eso, la gente se dedica más a sus negocios y trabajos o, incluso, hay más novelistas y poetas de derechas que ensayistas. En cambio, en la izquierda, sobre todo en la actual, como se defienden cosas tan distintas del sentido común, no sé, el veganismo, la libre elección de sexo, la nación discutida de naciones reversibles, etc., los usuarios necesitan un continuo consumo de literatura adhoc para autoconvencerse. Siendo lo de la derecha obvio y natural, ¿para qué Contreras, por ejemplo, dedica en su libro casi 50 páginas a explicar por qué el aborto está fatal? Uno, que lo tiene absolutamente asumido, tiende a pensar que no necesita tanto para saber que la vida es sagrada.
Sin embargo, cuando he tenido que leer a Contreras, he descubierto la envergadura de mi error. No sólo por lo que disfruté el libro, sino por los enérgicos argumentos que han recibido mis principios. También Cézanne, en estos tiempos, para mantener la fe que sostenía la luz y la solidez de sus pinturas, tendría que haber ido a las fuentes del Magisterio y leer Teología. Formarnos o deformarnos, ya no hay término medio”.