“Y me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo” siendo así que a continuación le daría de nuevo ese corazón pero encendido por las más vivas llamas de tal manera que “te consumas hasta el último instante”.
Así quiso hacer partícipe de su vida Nuestro Señor a su gran santa que hoy celebramos, Santa Margarita María de Alacoque. Esta religiosa se convirtió en el instrumento predilecto de Dios para la difusión de la Devoción a su Amor representado en el Corazón Traspasado de Jesús, tan necesaria para el mundo nuestro de hoy, enfriado para con su Creador.
Jesús obró en ella como ya había hecho con tantas personas a las cuales ha cambiado la vida a lo largo de la historia para convertirles en trabajadores por la gloria de Dios: la amó primero y una vez demostrado todo el Amor que para con ella tenía le pidió, suplicó, como pobre que mendiga, su amor y el de todos los hombres. Le explicó que su entrega había sido radical y que su exigencia de Amor también la era. Le confesó que era su “abismo de indignidad e ignorancia” lo que había preferido, a fin de que todo fuese obra Suya.
La amó, la educó, la trató como indigna e ignorante, le regaló para toda su vida la cruz del sufrimiento y la santificó. Una historia tal vez sorprendente para quienes hoy leemos sus escritos pero una historia tan profundamente marcada por el más grande Amor que tal vez pueda conducirnos a día de hoy a quienes tan amados hemos sido y tan poco amor hemos devuelto, a pedir a Jesús su misma Cruz, único camino para alcanzar la santidad, pidiéndole que nos conceda como a Santa Margarita que “nos pida nuestro corazón” para transformarlo.
Para conocer mejor la vida de la gran confidente del Corazón de Jesús la librería Balmes le recomienda La vida y obras de santa Margarita