

Los libros de Alexander Solzhenitsyn tienen todos una historia detrás. Incluso sus novelas, que uno puede considerar estrictamente literarias y, por ello, políticamente inofensivas, fueron consideradas peligrosas. Y es que estamos hablando de un periodo, el soviético, en el que aquel poder totalitario estaba decidido a que nada pudiera escapar a su control.
Mientras que su novela Un día en la vida de Ivan Denísovich pudo sortear la censura y tuvo la suerte de ser publicada en la URSS, la primera parte del Pabellón del Cáncer fue rechazada por la revista literaria soviética Novy Mir. Luego llegó el turno de la segunda parte, también inicialmente rechazada. Finalmente, la historia fue aceptada en septiembre de 1967, pero no llegó a ser publicada. Finalmente, la novela vio la luz… pero en el extranjero. En Eslovaquia primero, luego en Londres, Italia, Alemania y Francia.
¿Pero qué peligro podía representar este libro?
La obra narra lo que ocurre en una sala donde están ingresados pacientes con cáncer durante 1955, en la República de Uzbekistán, en plena fase de desestalinización. Se nos presenta pues la vida cotidiana de un hospital, no tan diferente de la que podía existir en Europa occidental, con sus médicos, enfermeras, y pacientes, con sus preguntas, ansiedades, temores y, por supuesto, la presencia de la muerte.
Pero Solzhenitsyn también muestra la vida cotidiana del personal sanitario una vez que regresan a sus casas, en pisos colectivo, mostrando las líneas, muy presentes, que separan a las personas: sanas y enfermas, pacientes y médicos, e incluso entre los mismos pacientes.
Uno entra en la novela, en el pabellón de los enfermos de cáncer, siguiendo a un personaje que es un apparatchik, un disciplinado miembro del Partido Comunista, Paul Nikolayevich Rusanov, indignado porque es tratado como un paciente normal. Puede parecer por un momento que éste es el personaje principal. Pero el verdadero personaje central de esta historia es Oleg Filimonovich Kostoglotov, un tipo que en realidad es un ex deportado, relegado a la vida en Uzbekistán, figura formada a través de la composición de diversos personajes, pero que en gran parte es reflejo del propio autor (Solzhenitsyn, tras su estancia en el Gulag, fue desterrado y tuvo que superar un cáncer).
La pregunta final que plantea el Pabellón del Cáncer, y que la hizo tan subversiva a los ojos del poder soviético, es simplemente determinar qué hace que los hombres vivan. Los muchos personajes permiten extraer una respuesta variada, como una fotografía de los diversos pensamientos de los hombres sobre este tema. Pero es el amor el que se presenta como el motivo principal, y también el sacrificio que suscita. Sea como fuere, a la manera de un negativo, Solzhenitsyn mostraba de este modo, sin por ello reducir su libro a una novela de tesis, el fracaso del paraíso soviético y de sus promesas materialistas.
Con Pabellón del Cáncer, Solzhenitsyn, partiendo de una época, bajo un régimen político y en una parte del mundo, logró escribir una novela universal, que habla a todos los hombres, dondequiera que estén. Un verdadero monumento literario, Pabellón del Cáncer es también el signo de un gran novelista.