

Miguel Ángel Blázquez ha publicado La última palabra de Albert Camus, un relato que explora los últimos días de la vida del filósofo existencialista Albert Camus, fallecido en 1960 en un accidente de coche. La pregunta sobre Dios y el sentido de la vida está en el fondo de esta investigación, psicológica y literaria más que biográfica. El autor ha concedido esta entrevista a Religión en Libertad:
– Esta historia sobre Camus, ¿cuánto tiene de ficción y cuanto de hechos reales?
– Es un relato de ficción pero basado en hechos reales y personajes reales: Albert Camus, su editor y amigo Michel Gallimard, su esposa Janine y la hija de ésta, Anne. El relato se centra en los dos últimos días de la vida de Camus antes del fatal accidente de automóvil que le segó la vida en Villeblevin, a unos 100 km de París. No me ha interesado abordar, como ya se ha hecho en otros trabajos, las causas del accidente. El relato indaga en la complejidad psicológica de Albert Camus y en su incesante búsqueda de un sentido para la vida, del amor, de la verdad, a través de los diálogos con los protagonistas.
– ¿Es una historia de fe?
– Es la historia de la búsqueda de algo en lo que creer. Podemos llamarlo un camino de fe. Camus habló de eso en los últimos años de su vida con Howard Mumma, un pastor metodista de la iglesia americana de París. Mantenían profundas conversaciones sobre la existencia de Dios y la razonabilidad o no de la fe.
– Albert Camus sigue siendo un icono para la intelectualidad de izquierdas. Ese acercamiento a la fe cristiana habrá que documentarlo bien…
– Sobre ese aspecto no digo nada en el relato que no esté basado en el testimonio de Howard Mumma. Por supuesto, lo aderezo con herramientas que la ficción me permite.
– ¿Cuál fue su decisión sobre cómo abordar esta historia?
– No he escrito un ensayo para entendidos y mucho menos me interesaba hacer otro trabajo biográfico o de investigación sobre la vida y obra de Camus. Lo que busqué fue conocer más a fondo su personalidad y su psicología. Algunos lectores me dicen que con este relato uno puede interesarse por el personaje de una forma amena y “vibrante”. Parece que vuelve una nueva moda Camus, pero sigue siendo un gran desconocido para mucha gente. “Ahora quiero más Albert Camus…” me ha dicho otra lectora. Ya con eso me doy por satisfecho.
– Es un libro breve pero intenso…
– Mi editor lo comparó con una obra de teatro e incluso un corto de cine. A medida que lo iba escribiendo me venían a la mente las novelas cortas que he leído una y otra vez de Stefan Zweig, de Unamuno o los relatos de Carver, por ejemplo. Obras que lees de un tirón y que te dejan exhausto. Evidentemente, no soy más que un aprendiz de todo y este es mi primer relato publicado pero estoy muy contento con el resultado. Me interesa ver que lo puede leer tanto un adolescente como una persona con más de 80 años. Que un chaval de 16 años, como he visto suceder, deje el teléfono móvil para leer este librito camino del colegio en el autobús es algo inusual hoy en día. ¡Un gran éxito editorial!, diría yo. Los lectores me dicen que les produce emoción, conmoción, tristeza, deseo de conocer más, silencio, a veces rechazo… no deja indiferente.
– ¿Por qué es interesante adentrarse en la psicología de Camus?
– La psicología de cualquier hombre es determinante en su forma de obrar, de madurar, de vivir la fe, de evolucionar y por tanto de existir. El padre de Camus murió en la guerra cuando él tenía un año. Su madre era una mujer analfabeta y medio sorda. Se crió bajo la tutela de una abuela autoritaria y tras recibir una beca pudo acceder a estudiar filosofía en la Universidad de Argel. Podríamos decir que Camus fue un huérfano de nacimiento y vivió toda su vida determinado por la carencia paterna y también materna a pesar de la presencia física de su madre los primeros años de su vida. Poseía una inteligencia fuera de lo común, algo que su profesor Germain detectó ya en sus primeros años de escolar. Todo lo que sucede en su vida desde que abandona Argelia está marcado por eso. Esas carencias son las que le empujaron una desmedida búsqueda de afecto y a una continua insatisfacción vital.
– Comentemos el título: ‘La última palabra de Albert Camus’…
– En realidad, no hay una última palabra de Camus explícita en este relato. Se trata de un título metafórico que deja totalmente abierto el final a la imaginación del lector. He pensado siempre en una palabra interior, algo no dicho. No quiero hacer spoiler de la obra pero de alguna manera es el propio lector el que puede intuir, a partir de los hechos que suceden en el relato, cuál podría haber sido esa última palabra de Albert Camus. El hecho de que en el título aparezca “la palabra” también es una forma de evocar el medio con el que Camus comunicaba lo que era, a través de la palabra, como periodista, escritor, director de teatro e incluso actor.
– ¿Y desde lo espiritual?
– Visto desde la perspectiva de la posición filosófica de Albert Camus, el título también puede sugerir la eterna lucha que el autor mantuvo con la dimensión religiosa, como si él buscara tener siempre la última palabra ante los hechos que no encajaban en su medida o en su razón y que, a la vista de las circunstancias, se manifestaron en ese viaje como imperativos. De ahí que las conversaciones que mantuvo con Howard Mumma en los últimos años de su vida sean un testimonio excepcional que nos permite ver cómo Albert Camus iba “cediendo” y aceptando de alguna forma su incapacidad para entenderlo todo sin tener en cuenta la religiosidad.