

La periodista Olga Brajnovic, tercera hija del matrimonio Brajnovic, ha logrado un libro lleno de interés y de emoción sobre la trayectoria vital de sus padres teniendo como material los diarios de ambos. Dos personajes que vivieron y padecieron una increíble historia de amor y dolor.
Los Brajnovic; una historia de amor y superación en medio de las pruebas
Luka Brajnovic, de 23 años, había estudiado derecho, era director del semanario católico La Vanguardia Croata y estaba destacando como escritor y poeta en los círculos culturales de la ciudad. Ana Tijan, de 22 años, estudiaba Eslavística en la universidad de Zagreb. Los dos pertenecían desde hace años a la organización católica Domagoj que tenían por objeto difundir la fe en el mundo de la cultura. Ambos jóvenes se habían conocido en noviembre de 1942 en Ilica, capital de Croacia.
Europa se desangraba en plena II Guerra Mundial y Zagreb no era ajena a las convulsiones del conflicto bélico. En medio del horror que supuso el paso de los partisanos y después de los comunistas por Yugoslavia, la vida de Luka y Ana es un canto al amor humano y a la aceptación de la voluntad de Dios en medio de las pruebas.
En 1943 Luka fue detenido y estuvo en los campos de Kamensko y Vrhovine, que eran territorios croatas ocupados por comunistas. Al final consiguió huir de Vrhovine. Así pudo volver al periódico de Zagreb, aunque al poco tiempo, el Gobierno croata, de orientación fascista lo cerró por publicar un artículo sobre el discurso en el que Pío XII condenaba esta ideología.
Entre sirenas se casó con Ana en noviembre de 1943 en la iglesia de los franciscanos de Zagreb. Por la situación de guerra en la que estaban, que hacía imposibles los desplazamientos, sus respectivos padres no pudieron conocerse nunca. Allí comenzaría su nueva vida en un pequeño ático entre el miedo y la escasez. Su periódico había sido clausurado, pero la alegría del embarazo de Ana abrió una ventana a la esperanza en sus vidas.
En la primavera de 1945 terminaba la guerra y Luka se encontraba en una situación desesperada. Estaba en las listas negras de los comunistas que avanzaban como triunfadores y estaban a punto de entrar en Zagreb. Pero aquello se convirtió en el inicio de un doloroso alejamiento que duró doce años. Se formó la nueva Yugoslavia comunista, se cerraron las fronteras. Luka estuvo viviendo en los campos de concentración aliados de refugiados en Austria y en Italia, en los que empezó a elaborar un noticiero a máquina. Terminada la guerra, se fue a vivir a Roma, para instalarse a finales de la década de 1940 en España.
Mientras Ana vivía con su hija Lika en Zagreb donde pasó también una vida llena de privaciones y persecución bajo el régimen comunista. Luka no volvería a encontrarse con su mujer y su hija hasta 1956 en Munich después de muchos intentos fallidos por hacer realidad con lo que llevaba soñado más de una década.
El dolor de la separación de este matrimonio de recién casados les hace enfrentarse a su dura realidad con una visión sobrenatural de aceptación de los planes de Dios en medio de momentos de gran frustración, cada vez que veía inalcanzable la posibilidad de su reencuentro. La autora recoge fragmentos de los diarios de su padre en los explica sus estados de ánimo y su dolor con una gran belleza literaria;
¡Qué juventud la de mi mujer! Larga separación de su marido, quizás para siempre, muerte de su padre, muerte de su madre, persecución y odio en torno a ella, y eso que en ella solo hay Amor. Pobre amor mío. Dios mío, ¿se ha llenado el cáliz de nuestra prueba? Míranos y ten piedad de nosotros.
Las cartas que se dirigen el matrimonio una vez pudieron ponerse en contacto son reflejo del inmenso amor que se tenían y de la gran talla humana y espiritual de ambos.
Luka y Ana vivieron 45 años más unidos hasta la muerte del él en febrero de 2001 y tuvieron cuatro hijos más.
El Rosario, la oración que les unía en medio del dolor
Ambos tuvieron un profundo amor a la Virgen que les acompañó en sus dolorosas pruebas. La Virgen de Fátima fue el refugio de Luka y así deja constancia constantemente en su diario:
Virgen de Fátima, ayúdame, dame fuerzas para que pueda decir lo que sigue con todo corazón lleno de fe, -pero que no se haga mi voluntad- sino la tuya.
Ana también era muy devota del Virgen y practicaba los cinco primeros sábados de mes. Ambos llevaron una vida de intensa piedad y unión con Dios que les hizo resistir en medio de los continuos fracasos por volverse a reunir y las adversidades de él como expatriado y de ella educando sola a su hija en un régimen comunista. En el momento en que Luka y Ana tuvieron que separarse se prometieron rezar juntos el rosario, oración que no dejaron nunca y siguieron rezando una vez se reencontraron todos los días de su vida.