

¿Por qué la Iglesia reconoce la santidad de algunos cristianos? Evidentemente a ellos no les resulta de ninguna ventaja: donde ya están los reconocimientos terrenales son de nula importancia. Tampoco se trata de tener una excusa para emplear a los artistas que los reproducen en pinturas y esculturas. La respuesta es sencilla: la Iglesia nos ofrece todo un enorme y diverso abanico de ejemplos de personas que han alcanzado la meta de nuestras vidas: nada menos que el cielo, la eternidad con Dios. No sorprende pues que siempre haya sido tan importante para los cristianos conocer a quienes les han precedido camino del cielo (y pedirles ayuda) y que las vidas de santos les hayan acompañado desde los primeros siglos. Un cristiano es alguien que, entre otras cosas, tiene amistad con los santos, con la Iglesia ya triunfante, y no se puede ser amigo de quien no se conoce.
Por eso es tan buena noticia la publicación de La Casa de los Santos (CEU Ediciones), una de las obras más leídas de Carlos Pujol. Un libro que nos propone un breve pero revelador texto para cada día del año en el que, en una sola página, se nos presenta lo más significativo del santo del día. El libro, publicado inicialmente hace unos treinta años, fue muy popular y, por desgracia, estaba agotado. Ahora vuelve a estar disponible, muy bien editado y, además, con algunos añadidos de santos que la Iglesia ha canonizado a lo largo de estos tres decenios y que los editores han encargado a amigos y admiradores de Carlos Pujol a los que se les pidió que emularan el estilo del escritor barcelonés que nos dejó hace 10 años.
Por cierto, Pujol no es un cualquiera. Crítico literario, profesor universitario, escritor prolífico, traductor de más de un centenar de libros (de Henry James a Proust, de Jane Austen a Simenon entre otros), asesor literario y miembro permanente del jurado del Premio Planeta, es sin ningún tipo de dudas una de las figuras más relevantes de lo que algunos llaman la república de las letras. Tenemos la gran suerte de que también fuera un cristiano convencido que nos ha dejado este regalo que haríamos bien en tener (y leer).