

No son frecuentes los libros que entren a fondo en un tema, incluso si éste es trascendental. En nuestra cultura es más habitual sobrevolar las cuestiones, lanzar opiniones rápidas a diestro y siniestro, tocar de oídas… en definitiva, hablar como un “tertuliano”. No se me malinterprete: yo también, y el primero, aunque a veces tenga que reconocer que estudiar el asunto con más calma y profundidad habría afinado, y quizás mucho, mis afirmaciones.
Justo todo lo contrario es lo que ocurre con el libro Compasión. Una historia, de Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña. Un libro que no tiene prisa, que se detiene con calma para, echando mano de numerosas fuentes primarias, ir fundamentando con solidez lo que el autor va explicando. Y la verdad, se agradece. En ocasiones nos conformaríamos con menos, pues hemos ido aprendiendo a confiar en lo fundado de sus comentarios, pero nunca está de más construir con buenos cimientos, y si nos pasamos, mejor.
Lo que Rodríguez de la Peña nos ofrece en esta obra es un análisis histórico de cómo surge y se desarrolla la compasión, ese sentir el sufrimiento del otro, en la historia humana. Es emocionante contemplar la aparición de la misma, transformando actitudes, costumbres e instituciones y haciendo de este mundo un lugar mejor, más vivible, más humano. El libro inicia su recorrido en el Antiguo Oriente Próximo para luego detenerse en lo que los estudiosos, siguiendo a Karl Jaspers, denominan Era Axial, ese periodo, entre el 800 y el 200 a.C., en el que aparecen de forma simultánea y en distintos lugares filósofos y maestros espirituales que transforman radicalmente la visión del hombre. Completa su recorrido fijándose en el Antiguo Israel, en Grecia y Roma, y en Jesús de Nazaret.
Son muchos y variados los aspectos que se podrían destacar de este sugerente libro (por ejemplo lo absurda y falta de todo sentido histórico acusación que se hace a la religión de ser la causante de la violencia en el mundo, cuando lo contrario es lo cierto), pero quiero destacar uno. Impresiona ver los avances realizados en la Era Axial, contemplar a diversos maestros espirituales cambiando la fisonomía del culto religioso, dándole un significado ético a los rituales y “poniendo la moralidad en el corazón de la vida espiritual”. Otro tanto sucede con los filósofos del mundo clásico, por no decir de lo que ocurre en el antiguo Israel, donde el autor descubre “la profunda dimensión humanizadora de la religión hebrea”, que se concreta en, por ejemplo, la tajante condena del infanticidio. Desde el Éxodo hasta, muy especialmente, los Profetas, el mundo que aparece bajo el influjo de la Alianza con Yahvé es indiscutiblemente más humano y compasivo. Impresiona, decía, ver todo ese avance, ese ir descubriendo un orden moral, pero al mismo tiempo queda muy de manifiesto que las enseñanzas de Jesús, calificado aquí como el “Profeta de la Misericordia”, suponen un salto cualitativo, algo inesperado y decididamente diferente de lo que uno podría esperar de la evolución natural de las ideas de todos aquellos meritorios hombres. Con Jesús estamos en otro nivel, impensable anteriormente. Es como si la humanidad hubiera ido avanzando hasta llegar a su máxima capacidad, para que precisamente en ese momento la aparición de Jesús la llevara adónde nunca habría podido soñar llegar por sus propias fuerzas y argumentaciones. La originalidad radical de Jesús salta a la vista (por ejemplo, nos enseña el autor, en la expresión «Reino de Dios», “una forma singular de hablar de Jesús, que ni él heredó ni la Iglesia acuñó después”). Mucho se había avanzado en el camino de la compasión, pero “la idea ética del amor al enemigo es la más extraordinaria de toda la historia de la humanidad”, algo que “iba contra toda la lógica del mundo”.
Ya lo ven, resulta difícil no reflexionar a fondo a partir de lo que nos explica este libro. Una obra no apta para quienes quieren resolver sus dudas en un vídeo de menos de un minuto, pero que será leída con provecho e interés por quienes sigan aún con la peregrina idea de que es bueno estudiar las cuestiones a fondo y pensar sobre ellas antes de lanzarse al ruedo.