Tomás Salas, desde Infocatólica, nos llama la atención sobre el carácter de la célebre obra del poeta francés Paul Claudel, A los mártires españoles. Al señalar su carácter apocalíptico, nos da nuevas razones para volver a ese magnífico texto, si ya lo hemos leído, o a abrir sus páginas por primera vez:
“El poema Aux martyrs espagnols (A los mártires españoles) fue escrito Paul Claudel en 1937, impresionado por los acontecimientos que estaban ocurriendo en España en el transcurso de la guerra civil, movido sobre todo por el afán de defender a la Iglesia atacada. El poema tiene una datación concreta: Brangues (allí, en el Delfinado, al suroeste de Francia, el escritor compró un castillo para su retiro y pasó la última parte de su vida), 10 de mayo de 1937. Las circunstancias de la primera aparición de este texto merecen cierta atención, sobre todo porque nos hablan de los contactos amistosos de Claudel con intelectuales españoles y además, porque quiero destacar la figura de un importante y, en parte, injustamente olvidado personaje: Joan Estelrich. Aux martyrs espagnols se publicó como prólogo al libro, en francés, de este autor catalán La Persecution religieuse en Espagne. Esta publicación se hizo por petición de José María Sert, pintor amigo de Claudel y autor de los frescos de la catedral de Vic. Este pintor, muy relacionado con los círculos culturales franceses de su tiempo, es mencionado en el mismo poema, donde Claudel llama la catedral de Vic «catedral de Jose María Sert».
Se trata de una obra de madurez. A estas alturas de su vida Claudel se ha formado ya una inequívoca imagen pública de escritor católico, etiqueta que, en la literatura francesa de su tiempo acoge a grandes nombres (Mauriac, Maritain, Bernanos, Mounier, Marcel, Gilson…) y que forma un grupo heterogéneo; en el caso de Claudel, se muestra sin complejos como defensor de una clara línea de seguridad dogmática y jerárquica. El texto, pues, viniendo de este autor, tiene una intención general más religiosa que política; sin embargo, ¿cómo negarlo?, Claudel no toma una posición equidistante, no se sitúa au dessus de la mêlée, sino que muestra una clara preferencia por uno de los bandos, el llamado nacional.
Claudel capta certeramente la índole espiritual del conflicto y hace de ella la médula de su poema. Índole, por cierto, que no siempre estuvo clara para otros intelectuales católicos extranjeros, como George Bernanos, François Mauriac o Maritain, que vieron la guerra desde otra perspectiva: el enfrentamiento entre democracia y antidemocracia. Claudel vislumbra en la persecución religiosa en España la batalla entre el Bien y el Mal, entre la Bestia y el Ángel, como reza el título del libro de Pemán. La contienda tiene un claro sentido escatológico que sobrepasa lo social y lo político. Esto es lo que llamo la dimensión vertical del texto. Además encuentro una dimensión horizontal o histórica que se complementa con la anterior. El hecho comentado por el poeta tiene una coherente continuidad con toda la historia de las persecuciones, que en realidad han acompañado a la Iglesia prácticamente en todas las épocas. La Iglesia de los templos ardientes de Tarragona es la misma, guarda una esencial identidad con la que persiguió Diocleciano y que tantos atacaron material e intelectualmente. Claudel cita a Enrique VIII, Voltaire, Marx, Lenin. No se trata, pues, de algo coyuntural e histórico, sino esencial a la Iglesia.
Como se puede comprobar de una primera lectura del texto, y luego se corrobora y profundiza en su estudio, Claudel usa continuas referencias directas e indirectas a la Biblia y, en concreto, a los textos de san Juan. Más que usar o copiar textos o ideas de la Sagrada Escritura, Claudel, si se me permite la expresión, escribe sumergido en ella; se sitúa en su tradición viva; es como el oxígeno que respira literaria, cultural y, por supuesto, espiritualmente..
[…] Hay una gran cantidad de referencias bíblicas en el mismo, pero es el Apocalipsis de san Juan de donde se extraen más referencias, citas e ideas. De hecho, pienso que la obra joannica es, funciona aquí, más que como un arsenal de citas, como modelo en el que se enmarca y toma su sentido pleno todo el texto. Calificar el poema como un texto apocalíptico (existe este género, que recoge diversos textos; algunos bíblicos canónicos, como un fragmento de Daniel, y otros que no lo son), como se indica en el título del epígrafe, quizá puede desorientar al lector. No obstante, lo hago en un sentido, más que de contenido o tema, de género literario; género entendido no sólo como la aceptación de ciertos rasgos o esquemas formales, sino como la adopción de cierta perspectiva, de cierta actitud por parte del autor, que da intencionalidad al todo el texto y lo determina. Señalo varias razones de esta vinculación apocalíptica de Aux martyrs espagnols:- El contexto histórico es distinto pero presenta evidentes paralelismos. Juan, desterrado por Dominiciano en la isla de Patmos, escribe en el momento de las primeras persecuciones, las provocadas por el traumático choque entre el cristianismo y el Imperio. Claudel escribe en un momento, que ha sido calificado por algunos historiadores solventes como una de una de las más grandes persecuciones religiosas de la historia, la que se produce en la España de los años treinta y que responde a una larga tradición anticlerical y a un odio largamente gestado. Las fuerzas enfrentadas son distintas, pero la índole de la lucha es similar. La época del texto joannico, finales del siglo I, un incipiente cristianismo enfrenta a la cultura pagana de Roma y a su sistema político-religioso. Es un sistema que presenta ya algunos síntomas de decadencia y que ve en la nueva confesión una amenaza real. En el tiempo de Claudel, tercera década del siglo XX, una ideología revolucionaria, basada en presupuestos filosóficos materialistas, quiere construir la nueva utopía y necesita para ello destruir un viejo mundo cuya principal raíz y sostén es el Cristianismo.
- Hay una intención coincidente. Juan escribe en el momento de las primeras persecuciones y trata de consolar a estas iglesias –las siete iglesias de Asia– de que este combate contra el Mal está ganado en un sentido escatológico. A los primeros cristianos se les ha prometido la parusía, que ellos esperan de forma inmediata (2 Ts 2,1-2), pero el tiempo se alarga y no se cumple esta promesa; además, Roma se declara enemiga de los cristianos. En este momento de desaliento, es cuando tiene que llegar la esperanza con el discurso apocalíptico. Claudel, también él, quiere consolar a sus contemporáneos dando a su desgracia la profundidad de un acto que se inserta en la historia de la Iglesia (sentido histórico) y en la historia de la salvación (sentido escatológico). En ambos casos se quiere dar este mensaje a los dolientes cristianos perseguidos: mirad más allá de las tribulaciones del día presente, porque estamos inmersos en una gran batalla, la batalla contra el mal, en la que tenemos garantizada la victoria; además –esto es importante– todos los sufrimientos presentes no son un padecer absurdo, sino que adquieren su sentido sacrificial en este nivel trascendente. El impresionante verso final resume bien esta idea: Y todo esto que ha sido sacrificado, los ángeles lo han recogido respetuosamente y lo han llevado al interior del Velo. Es decir, tanta sangre y sufrimiento no se desperdician (Ni un solo trozo se ha desaprovechado ni una sola gota se ha perdido) sino que en el interior del velo (apocalipsis es revelación, desvelación) se ofrecen al Padre sumándose a los sacrificios del Hijo. Este género apocalíptico, igual que el profético, sirve para consolar a los fieles y llevarlos a la vida plena, pero el primero –ahí radica su característica más específica– se refiere al final de los tiempos, sitúa la lucha en un punto definitivo, último, lo que san Pablo llama la «recapitulación» de todas las cosas en Cristo, «hacer que todo tenga a Cristo por cabeza» (Ef 1,10). Esta perspectiva de «ultimidad» está presente en el poema de Claudel como una de los elementos conformadores del texto.
- Los textos apocalípticos pueden ser originales en su mensaje y actuales con respecto a sus circunstancias históricas; pero, para expresar la lucha cósmica entre el Bien y el Mal, suelen recogen escenas, imágenes, símbolos de la tradición. El Apocalipsis de Juan recoge imágenes y símbolos veterotestamentarios y de otras tradiciones. El uso de este sistema puede llegar a ser críptico y ha dado lugar a muchas interpretaciones torcidas y pintorescas. También en el poema aparecen con profusión los símbolos que Claudel toma de los textos bíblicos. Cito algunos ejemplos de elementos que tienen un valor simbólico: el libro (verso 1), el cáliz (5), la corona (6), la sal (7), el desierto (53), las llamas (54), el toro (64), el campanario (78), el animal (78), la sangre (85, 89, 95), el invierno (100), la primavera (101). Otro rasgo, que tiene un mismo sentido, es el valor simbólico y mistérico de los números, que tiene relación con la tradición bíblica y, a su vez, con otras tradiciones como la cábala: el número 40 (versos 45, 46) que tanto presencia tiene en los textos bíblicos. De hecho el valor central del símbolo y del carácter simbólico del objeto artístico está en la misma concepción poética de Claudel: el mundo, el universo es un conjunto simbólico, un libro en el que buscar la Gracia, en el que leer el sentido último de su trascendencia. La labor del artista es revelar, quitar ese velo y descubrir ese sentido auténtico que late en el mundo de las apariencias. Esto tiene que ver con su fe católica, por supuesto, pero también con las corrientes simbolistas de la poesía moderna a las que Claudel no es ajeno.”