

Migraciones de lo sagrado, el libro de William T. Cavanaugh aborda una de las cuestiones clave de nuestro tiempo. Hay quienes piensan que la religión está en franca decadencia; otros piensan que ha vuelto con fuerza para quedarse; pero casi todo el mundo está de acuerdo en que, en algún momento del pasado siglo, desapareció de la cultura pública de Occidente. Para William Cavanaugh, sin embargo, la religión no se ha ido nunca a ninguna parte: estrictamente hablando, nunca ha existido tal cosa como la secularización, nunca ha existido separación entre política y teología. Lo que realmente ha presenciado la modernidad ha sido la transferencia de lo sagrado desde la Iglesia hasta el Estado-nación. En otras palabras, la secularización no es secularización, sino idolatría.
En Migraciones de lo sagrado, Cavanaugh explora los orígenes, la liturgia y la escatología de la moderna idolatría al Estado-nación (y al libre mercado). Julio Llorente acaba de entrevistar a Cavanaugh para Voz Populi, y de su jugosa entrevista entresacamos dos respuestas especialmente sugestivas:
- P. Uno de sus principales libros, el último que se ha publicado en España, se titula ‘Migraciones de lo sagrado’. ¿A qué se refiere con esa expresión?
- Tomo prestada la frase del historiador John Bossy, que la emplea para describir cómo lo sagrado se traslada desde la Iglesia hasta el Estado en la modernidad temprana. A mi modo de ver, más que de secularización, debemos hablar de una migración de lo sagrado desde la cristiandad hasta el mercado, el Estado nación, las celebridades, etc. Lo dijo el novelista David Foster Wallace: “En las trincheras cotidianas de la vida adulta no hay tal cosa como el ateísmo. No hay tal cosa como ausencia de adoración. Todo el mundo adora. Lo único que puede elegirse es qué adorar“.
Continúa y añade que la razón más convincente para adorar a Dios es que “cualquier otro objeto de adoración te devorará en vida”. Si adoras el dinero, nunca tendrás suficiente. Si adoras las apariencias físicas, siempre te sentirás feo. Creo que esto es cierto. Pero, al mismo tiempo, quiero adoptar una perspectiva indulgente con esta migración. Como señala la Biblia, la gente siempre ha adorado realidades que no son Dios. Lo hacen, como se dice en el libro de la Sabiduría (13:6-7), porque buscan al Creador en la belleza de su creación. Si bien la idolatría es peligrosa, viene a evidenciar que todos deseamos a Dios.
- Hay algunos que buscan a Dios en el Estado. Una de sus teorías más importantes es que los cristianos, más que influir en él, en el Estado, deben crear un espacio político alternativo. ¿Implica esto un rechazo del dogma del ‘monopolio de la violencia’?
- Creo que los cristianos deben ser realistas. Aunque el Estado pueda hacer cosas positivas, no nos va a salvar. Además, debemos considerar las patologías de los Estados modernos: habitualmente erosionan las comunidades locales, defienden los intereses de los ricos y de las grandes corporaciones, excluyen a los vulnerables de otros países, usan la violencia, toman chivos expiatorios dentro de sus fronteras y fuera de ellas, y se invisten de la idolátrica aura de lo sagrado.”