El reputado periodista Pablo Ginés, desde Religión en Libertad, glosa de esta manera el último e interesantísimo libro de Juan Manuel de Prada:
El escritor Juan Manuel de Prada es conocido por sus novelas pero también por sus columnas de opinión. El problema de las columnas de opinión es que aunque un medio de comunicación te pague por ellas, mantendrá la tendencia a limitarte los temas.
Por ejemplo, que el columnista esté siempre enfadado y criticando a todo el mundo, aunque sea con el lenguaje culterano de De Prada, es admisible para un periódico.
Pero en cambio, no es tan admisible que el columnista se dedique a comentar clásicos literarios, por muy nutricios y hasta desintoxicantes que resulten para los amantes de la lectura.
Por eso, cuando Pablo Cervera, el director de la revista católica mensual Magnificat, ofreció un espacio a Juan Manuel de Prada para comentar un libro perenne en cada número, se le abrió un espacio de libertad y hasta de oxígeno.
Muchos lectores de Juan Manuel de Prada leen sus quejas, denuncias y protestas casi a diario. Pero probablemente se han perdido sus comentarios en positivo de libros ¡que le gustan! Es decir, un Juan Manuel de Prada casi ignoto para muchos, que no se queja, sino que alaba, que habla bien de libros buenos, con los que disfruta y crece.
Ahora, este Juan Manuel de Prada que disfruta con libros y quiere que otros también disfruten, está recogido en el libro Una biblioteca en el oasis, donde comenta 60 títulos que vale la pena leer.
Un recopilatorio de reseñas que animan
Hay que señalar que Juan Manuel no escribió estas reseñas pensando en lletraferits ni diletantes literarios, sino en el lector de Magníficat, cuyo perfil sería el del católico medio que intenta rezar cada día con un texto en sus manos y que probablemente lee algunos libros al año, o al menos le gustaría hacerlo.
Este recopilatorio de reseñas, por lo tanto, es una recomendación de lecturas para católicos que disfrutan leyendo, no para académicos ni profesionales de la crítica.
Tampoco es una lista de libros píos y blancos: muchas son historias llenas de miseria, si bien Dios puede intuirse asomando por sus rendijas. En ellos asoma la “esperanza más allá de los círculos del mundo“, como diría Tolkien.
Escapar del corsé y las audiencias fanáticas
El autor se ha sentido liberado y con libertad ha hablado de esos libros. Mientras lo hacía, se sentía agradecido por escapar de las tribunas encorsetadas y fugaces donde “todas nuestras inquietudes literarias, nuestras pesquisas intelectuales, nuestra particular visión del mundo, eran cetrinamente desdeñadas, ignoradas, con frecuencia incluso rechazadas olímpicamente; tribunas donde enseguida se demostraba que nuestras pesquisas intelectuales, simplemente, no tenían cabida; tribunas donde nuestras inquietudes literarias eran sistemáticamente escarnecidas”.
También se ha sentido agradecido de poder escapar de “audiencias cada vez más fanáticas y paulovianas que ya no desean leer ni escuchar palabras interpeladoras, sino tan sólo consignas que las ratifiquen”.
Quien lea Magníficat (y ahora Una biblioteca en el oasis) es un público distinto: personas que quieren saber de ciertos libros de renombre, y quieren conocer el universo nuevo, probablemente desconcertante, retador, que sus páginas nos abren.
El tiempo que tenemos para leer libros es cada vez más escaso. ¿Qué obras escoger? ¿Qué encontraré en ellos? ¿Y me aportará algo espiritualmente? Una Biblioteca en el oasis es una guía perfecta para elegir, de entre mucho bueno, lo que prefiramos.
Mucho Chesterton, Belloc, Castellani, Lewis, Benson… y más
¿Cuáles son las obras y autores que comenta De Prada?
G.K.Chesterton, antiguo agnóstico que luego se hizo anglicano y más tarde católico, es el autor que le proporciona más lecturas, en concreto ocho: El hombre eterno, El hombre que fue Jueves, El manantial y la ciénaga, Los límites de la cordura, La taberna errante, San Francisco de Asís, Santo Tomás de Aquino y Ortodoxia.
Robert Hugh Benson, hijo de obispo anglicano que llegó a ser sacerdote católico y murió joven, le atrae con 4 obras: Señor del mundo, Historias sobrenaturales, Alba triunfante y Los espiritistas.
C.S.Lewis, otro antiguo agnóstico convertido en cristiano ferviente (en parte por influjo de Chesterton), comenta 3 obras: La abolición del hombre, Cartas del diablo a su sobrino y Una pena en observación.
De Hilaire Belloc, amigo de Chesterton y columnista peleón: Europa y la fe y El Estado servil.
Del sacerdote argentino Leonardo Castellani, del que es entusiasta difusor, cuatro libros: El Evangelio de Jesucristo, El Apokalypsis de san Juan, Las parábolas de Cristo y Juan XXIII (XXIV).
Del japonés católico y atormentado Shusaku Endo comenta apreciativamente sus dos clásicos: Silencio (sobre los jesuitas perseguidos en el Japón del s.XVI) y El samurai (sobre la embajada de samuráis que llegó a España y luego a Roma).
En la misma línea de personajes atormentados pero bajo la mirada comprensiva de Dios: el Diario de un cura rural, de Georges Bernanos; El poder y la gloria, de Graham Greene, La leyenda del santo bebedor, de Joseph Roth, y los cuentos de Flannery O’Connor.
Tres libros del siempre gruñón Léon Bloy: Exégesis de los lugares comunes, Diarios y La sangre del pobre.
De Calderón de la Barca: La Vida es Sueño y El Teatro del Mundo, sus dos grandes reflexiones barrocas sobre las apariencias y lo esencial.
De entre novelas “de romanos” que tuvieron éxito, y algunas inspiraron películas: Barrabás, de Pär Lagerkvist; Quo vadis?, de Henryk Sienkiewicz; Fabiola, del cardenal Wiseman; Calixta, del cardenal J.H.Newman (de Newman también reseña Perder y ganar y sus Cuatro sermones sobre el Anticristo).
De Ernest Hello: El hombre (La vida – La ciencia – El arte); y Fisonomías de santos.
De Gustave Thibon: Sobre el amor humano; y Seréis como dioses.
Dos superventas de los años 70, con películas influyentes: Las sandalias del pescador, de Morris West; El Exorcista, de William Peter Blatty.
Y obras sueltas de Giovanni Papini, Vladimir Volkoff, Fabrice Hadjadj, Charles Dickens, Enrique Álvarez, François Mauriac, Evelyn Waugh, Betty Smith, Vintila Horia, Frederick William Rolfe, José Antonio Giménez-Arnau, Pablo d’Ors, Charles Williams, Tirso de Molina y Gertrud von le Fort.
Hay, por lo tanto, bastante variedad, pero con unos pocos hilos conductores: autores legibles, estilo suficientemente elegante, temas profundos, personajes reales, alergia a la ñoñería y la propaganda, coraje y compasión ante la miseria humana, pequeñez ante la generosidad de Dios.