En la presentación del libro El Rey Balduino: El legado de su vida (Libros Libres), que se celebró en el Santuario de Schoenstatt el pasado 29 de noviembre de 2021, Pablo Cervera nos dio algunas de las claves de esta recomendable obra.
“La vida humana está tejida de dolores que a veces se encadenan uno detrás de otro, y de alegrías, con las que sucede lo mismo. Hoy toca hablar más de alegrías, que de penas y dolores todos estamos cargados. A la alegría de la traducción del libro hace unos meses se añade hoy la alegría de esta presentación. Se me pidió que lo presentara y lo hago con las únicas cartas credenciales de que soy el traductor.
Traducir este libro ha sido un gran regalo. Supuso mucho gozo interior e incluso en no pocos momentos los ojos se me empañaron de lágrimas.
Los escritos de Balduino que el Cardenal Suenens iba desgranando no eran letra muerta: me estaba hablando una persona viva. Yo conocía al Cardenal Suenens a través de mi tesis doctoral. Tuve que bucear en las decenas de tomos de Actas del Concilio, en latín, en las que él aparecía con frecuencia en su condición de moderador nombrado por san Pablo VI. También apareció antes, en la fase preparatoria del Vaticano II. Además sabía que había sido encargado, también por san Pablo VI y luego por san Juan Pablo II, del «acompañamiento» de la Renovación Carismática Católica.
Suenens había sido vicerrector de la Universidad de Lovaina y luego fue obispo auxiliar de Malinas, luego residencial de Bruselas y posteriormente cardenal. La cercanía al Rey Balduino y su labor de consejero permanente le tuvo muy cerca del Rey toda la vida.
Del Rey Balduino yo sabía poco: el hecho histórico de su abdicación para no firmar la ley del aborto…. Vamos… igual que hoy nuestros gobernantes… que si rezamos ante una clínica abortista nos llevarán a la cárcel…
Había leído hace años una biografía sobre el Rey Balduino escrita por el P. José María Salaverri, marianista, fallecido el año 2018. De aquella biografía casi me acordaba solo de la «rocambolesca» búsqueda (a ojos puramente mundanos) de una novia para el Rey.
Traduje el libro de un tirón. Otra cosa fueron los anexos: ahí sufrí muchos oleajes y marejadas pero lo asumí con estoicismo, como hijo que soy de familia marina.
Esos anexos (Cartas del Rey a personas de tipo diverso y Testimonios varios de quienes le conocieron y estuvieron cerca de él) eran el complemento perfecto a la edición francesa… Solo esas páginas valen por todo el libro. Son muy de agradecer las personas que han cedido esos escritos que el Rey un día les envió de manera privada.
He animado a que la edición incluyera los originales que dan un sabor exquisito a esas páginas. Los testimonios de personas varias (policías, militares, empleados de hogar, familiares…) delinean un retrato muy hermoso del Rey Balduino. Llegue el mismo agradecimiento a los que, cediendo sus fotografías, han hecho posible el bello y abundante álbum fotográfico interior. El pliego fotográfico enriquece nuestro libro de manera notable. Hay fotografías inéditas.
La traducción y lectura varias veces del libro me fueron abriendo una comprensión espiritual del Rey Balduino. Fui individuando como varios ríos de agua viva que animaban su vida cristiana y se desbordaban en su personalidad (como rey, como esposo…).
Lo que voy a decir sólo tiene en cuenta, en principio, el texto de nuestro libro. No es que yo presente aquí un trabajo de sesuda investigación. Quiero decir que me gustaría con el tiempo y con más materiales a disposición confirmar y profundizar este esquema.
En algún momento de la traducción he expresado que si los belgas no quieren abrir el proceso de beatificación del Rey Balduino lo podríamos hacer aquí en España: al haber muerto en Motril no habría ningún problema canónico…. Ojalá este libro despierte el atractivo del personaje en esta línea.
El Rey Balduino fue un gran hombre, un hombre para su presente y para la historia, «un hombre para la eternidad». Tenía un gran sentido del deber, una personalidad extraordinaria, tranquilo, sereno, firme, respetuoso, intuitivo, con gran sentido de la escucha, tímido, reservado. Los africanos del Congo le llamaban «Bwana Kitoko», es decir, «el señor encantador». Habrá quienes estudien su personalidad. ¡Adelante!
Yo quiero presentar su personalidad transfigurada por la acción de la gracia divina.
Pablo Ginés escribía el 15 de noviembre en Religión en Libertad con buen titular periodístico: «Balduino: ¿una historia de amor romántico o un libro de espiritualidad? Las dos cosas a la vez».
Sin querer corregirle, creo que el libro no es una biografía, según entendemos habitualmente este género literario, sino la historia de un hombre animado en todo por el amor de Dios (animado, claro está, no en el sentido de divertido, sino en el sentido de movido desde el alma, ánima). En todo, es decir, matrimonio, responsabilidades sociales, ocio y descanso.
Y todo ello con una fuerte unidad, sin dobleces en la existencia, sin esquizofrenias: la vida espiritual por un lado y el resto por otro. (No en vano el alma unifica y vivifica al cuerpo). Balduino, como hombre espiritual, vivió su existencia toda plasmada por el Espíritu Santo.
De hecho, con mirada retrospectiva de agradecimiento y amor a Dios escribe:
Hace cuarenta y tres años te pedí, Señor, que me enviaras una santa para que me guiara en mi vida espiritual y me formara.
Doce años más tarde, Grace [Verónica O’Brien] entraba en mi vida, toda vestida de verde. En ese momento me recordaste la oración que te dirigí a los dieciocho años.
Gracias, Señor, por el inmenso amor que me tienes. Gracias, Señor, por haberla podido reconocer como tu ángel para mí. Gracias por el bien que me has hecho a través de ella. Gracias por el ejemplo que sigue dándonos con su comportamiento a través del dolor físico, moral y las dificultades de la edad.
Me has mimado mucho, Señor, con tu Amor inagotable, invulnerable, incansable.
Mi Madre, mi confianza (p. 25).
He cifrado en cinco esos vectores espirituales que convergen en su vivencia espiritual de la fe:
1) Amado por Dios: cercanía de un Dios Padre y vivencia filial de esa relación
2) Camino de confianza y abandono (Caussade)
3) Eucaristía diaria/adoración/oración
4) La dimensión mariana en la vida del Rey Balduino (Lourdes; Verónica O’Brian; san Luis María Grignion de Montfort).
5) Un corazón universal: amor a los hombres imagen y semejanza de Dios (a su esposa, niños, discapacitados, necesitados, de otras religiones